A menudo, el proceso de aprender español me parece como subiendo una montaña.  Esta montaña es grande y está tan neblinosa nunca puedes ver la cima.  Que yo sepa, no hay una cima.  Hay un sendero, pero no siempre puedes verlo porque a veces está cubierto de nieve.  Además, cambia de un lado al otro.  Por eso no siempre te sientas que avanzas.   

Llevas una mochila.  Cada vez aprendes algo, lo pones, como una piedra, en tu mochila.  Entre más adelante subes, más pesado se vuelve tu carga.  Entonces no solo tienes que aprender más cosas, además tienes que practicar lo que ya sabes. 

La montaña es escarpada, el sendero es resbaladizo, y tu carga es peso.  Pero, la montaña es bella.  El aire es limpio y fresco.  Tus piernas son fuertes y la gente que conoces en camino son la sal de la tierra.  Por eso, un día, te das cuenta que tan lejos está la cima, no te importa.  Es el camino que hace que todo tu trabajo vale la pena. 

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