El alcance del hechicero había que impedir para salvar a los mirones de sus poderosos conjuros. De repente, la blanca bruja quién hasta entonces ocultaba de la aldea de Almergen aparecía con un pincho brillante de sus manos y daba el mago una grande choque. Después de un rato el ruidoso sonido y el polisón de los transeúntes se había calmado la bruja relevaba su identidad como la priora del monasterio de Nuestra Señora de la Sombría Presencia. Nadie había sabido que ella fue una maga. 

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