Horacio justo acabó un churro como es su costumbre después de cenar.  Prepara así para la noche en su taxi.  Está cruzando por San Rafael buscando un pasaje.  Se siente bien esa noche.  El tiempo está perfecto con un cielo claro y lleno de estrellas.  Las calles están vivas de locales y turistas.    Puede sentir en su corazón la vida de la ciudad por acá.  Sabe que va a ganar suficiente dinero, nunca espera mucho. No, Horacio piensa más en cual tipo de pasaje va a subir en su taxi; tal vez una actriz, un director de cine famoso o simplemente una muchacha bonita.  Vive para la emoción de pasajes famosas, interesantes y atractivas. Una vez Luis Miguel subió su taxi, si, en serio.

Hace años, Horacio soñaba con ser actor sí mismo.  Nunca esperaba ser taxista por 15 años.  Fue a algunas audiciones, pero nunca logró un papel.  Bueno, apareció en algunos anuncios que nunca fueron emitidos y fue un extra en un film por Gael Bernal García.  Desafortunadamente no podía encontrarse en la película.  Aparentemente hay muchos actores con carisma.  A pesar de que sigue fantasear con ser actor, poco a poco ha llegado a aceptar que es un taxista.  Bueno, en su opinión un taxista más interesante, inteligente y atractivo que los demás.

Siempre ha sido guapo con cabello largo y crespo, ahora con sólo un poco de canas que le hace parecer distinguido.  Su camisa está abierta, así que puedes ver su pecho y la cadena de oro que cuelga de su cuello.  Una ventaja de ser taxista es que tiene más oportunidades ver y hablar con las muchachas.  Si quieres tener éxito con ellas, tienes que lucir bien.  Después de los años ha aprendido como ligar con ellas.  Como hacer que se sienten cómodo cuando en realidad son su presa.  De vez en cuando puede conocer a una muchacha que esté interesada en él.   Normalmente ya no son las que le interesan, pero a menudo se siente sólo y por eso está dispuesto a comprometer.  Podría ser la hora para una relación seria, algo que no ha tenido desde mucho tiempo. No está volviéndose más joven.

Gabriela quería salir de la fiesta temprano.  Nunca ha estado cómoda asistiendo a una fiesta sola.  Siempre había sido fácil encontrar un acompañante.  Normalmente solo tenía que mencionar con una sonrisa sus deseos.  Recientemente ya no siente que tiene este poder.  Recién se había enterado que su esposo, con quien había estado casada doce años, la había puesto los cuernos.  Él es igual a muchos de los hombres de la clase alta, piensa que es su derecho entretener a otras mujeres.  Es guapo y rico, tal vez Gabriela esperaba más que lo que debería haber esperado.  Ahora están en el proceso de divorciarse.  De hecho, la traición no le molestaba mucho.  Claro tenía que comportarse cómo estaba horrorizada, pero nunca esperaba la fidelidad completa desde un hombre cómo Chava.  Lo que más le molestaba es que esperaba que Chava lucharía, que pondría cierta resistencia contra el divorcio que nunca desarrolló.  El rápidamente e inesperadamente estuvo de acuerdo con el divorcio.  Hasta ahora ha estado un proceso lleno de dolor, lleno de vergüenza.  Gabriela ahora está feliz que no podían tener hijos, pero no sabe lo que va a hacer con su vida.  No viene de la clase alta.  Se preocupa que ya no va a tener amigos después del divorcio.  Todos sus amigos eran los de su esposo antes.  Nunca ha sentido más perdida, mas sola. 

Siempre ha sido su costumbre aprovecharse de sus apariencias.  Si, es guapa, delgada, siempre ha parecido clase alta.  De hecho, le gusta ser llamada “fresca,” lo considera adulación, aunque no puede demostrar que le gusta porque seria inapropiado.  Se mantiene bien; clases de yoga, manicuras, pedicuras, faciales, sólo el mejor maquillaje.  Pero ya no es una muchacha, puede ser más difícil encontrar otro hombre rico.  Ya no recuerda como coquetear con los hombres.  Siempre ha dependido en su esposo o un novio.  Por ahora puede vivir en su departamento, pero no es permanente.  ¿Tendrá dinero después del divorcio?  Su esposo es un hombre despiadado.  Trabajar está fuera de la pregunta, nunca ha trabajado.  ¿Qué va a hacer? ¿Dónde va a vivir?

Horacio dio un vuelto hasta el Paseo de La Reforma. Normalmente hay muchos taxis y pocos pasajes por acá, pero el tipo de pasaje puede ser un poco mejor.  Le gusta estar en el centro de la actividad de la ciudad.  Le hace sentir una parte del mundo en vez del solitario que ha llegado a ser. 

Ve a tres chicas bien vestidas, dos un poco mayor que la otra, al lado de la calle enfrente del Four Seasons.  Parecen que están ricas; zapatos de tacón, vestidos de noche, pelo y maquillaje perfecto.  Frena su taxi porque es una oportunidad que siempre busca.  Lo saludan.  Bueno, tres chicas es mucho por que les gustan hablar entre ellas, nunca quieren que las ven hablando con un taxista, pero es el tipo de cliente que disfruta.  Las dos de que puede ver sus caras parecen un poco viejas pero la que puede ver solo su espalda parece perfecta.  Mientras frenaba el taxi cerca del borde de la banqueta, baja su ventana para asegurarse que no pueden detectar el olor de su hierba recientemente terminada, no son el tipo de chicas que estarían impresionadas con su vicio.  Una de las chicas levanta un dedo para señalarle esperar porque todavía están hablando.  Sólo es un taxista, claro puede esperar.   

Sus amigas mantienen que les importa.  Dicen que fue horrible lo que hizo Chava, su esposo en ese momento, el amigo de ellas desde su juventud.  Dicen también que es lo que hacen todos los hombres.  Le habían convencido ir a la fiesta sola, le habían dicho que todo estaría bien, que era ella con quien querían estar.  Gabriela necesitaba salir, divertirse, entonces estuvo de acuerdo.  Pero una vez en la fiesta, una que normalmente disfrutaría, todo se sentía diferente; las vistas, los susurros.  Hubo hombres que no podían verla directamente.  Todo era diferente.  Eran los amigos de Raúl y ya no eran suyos.  Se quedó a la fiesta tan largo que podía aguantarla y luego les dijo a sus amigas mas intimas que iba a salir.  Sentía afortunada que la acompañaran a la calle.  Para ella no es natural estar sola en las calles.

Después de despedirse de sus amigas con besos del aire para no echar a perder su maquillaje, Gabriela sube el taxi.  Sin mirar el taxista, le da su dirección, “Anatole France 139, Polanco.”  Horacio se vuelve feliz.  Su pasajera sólo es una y aunque no puede ver su cara es la que parece más joven y más guapa de las tres.  Ahora puede probar su encanto.  Echa un vistazo en su espejo.  Ella está mirando por la ventana y Horacio sólo puede ver su pelo que cuelga atreves la mitad de su cara.  Aun desde esta perspectiva limitada, puede ver que ella es un poco triste, que está perdida en sus pensamientos. Va a ser un reto, pero acepta el desafío.  Ella ha pasado en su reino.  Toma un respiro por la nariz en un intento olerla.  La fragancia sutil de su perfume es embriagador.

Sin permitirle notar, Gabriela le da una ojeada.  Una mujer guapa aprenda controlar su mirada.  Siempre tiene que tener cuidado no dar señales inapropiadas, los hombres nunca necesitan mucho ánimo y esta noche la única cosa que quiere es la atención no deseada desde un taxista.  Ella no puede ver su cara, pero nota su melena impresiva y el tatuaje sobre la parte atrás de su mano derecha, tal vez sea una serpiente curvándose alrededor una cruz.  Por el retrovisor puede ver la cadena de oro contra la piel bronce de su pecho. Es más o menos su edad, aunque él es un poco más desgastado.

Después de arrancar del bordillo, Horacio decide a comenzar el juego, “Es una noche belleza, ¿no?” y después de una pausa, “La luna es espectacular.” ¿Porque no comienza con un toque romántica?  Horacio sabe que sólo tiene 20 minutos antes de llegar a su destino. 

Gabriela no está de humor tener una platica con un taxista.  Sin mirarlo, murmura, “supongo que sí” en un tono que indica que no quiere hablar, que la luna no le interesa.   Horacio, todavía cien por ciento decidido, sabe que necesita hacer una pregunta que la hace hablar, esta chica no va a ofrecer por voluntad propia nada fácilmente.  “Voy a dar un vuelto para tomar La Reforma, hay tráfico esta noche, pero siempre es más rápido” dice sin pensar, casi nadie tiene una preferencia de la ruta, especialmente las mujeres.  “¿Estabas a la fiesta en el Four Seasons?” Ninguna respuesta.  “Es un evento de caridad, ¿sí?”   Gabriela, perdida en sus problemas, piensa que este juey nunca va a dar por vencido.  “¿No he hecho claro que no quiero platicar?” ella piensa. 

Ella mira su licencia de taxi.  Luego a él.  Un escalofrío corre por su columna.  Por un momento está completamente paralizado.  Mira fuera del taxi y se esconde la cara.   Normalmente no hubiera sido un problema ver su ex novio, pero no quiere que la vea así.  No quiere verlo así tampoco.  Piensa en el de vez en cuando.  Lo ha buscado a veces en Facebook, pero nunca lo encontró.  Creí que algún día iba a verlo en una película o en un programa de televisión.  Puede ser más fácil ignorarlo, pero tiene que decir algo, seguramente él va a reconocerla.

“Horacio” ella dice tranquilamente.  Horacio voltea su cabeza para verla directamente.  Fuerza la vista para reconocerla, no puede imaginar que esta chica bella lo conoce.  En seguida se siente un rubor por su cara.  Una sonrisa nerviosa aparece atreves de su cara.  “Gabriela, ¿eres tú?”

Los dos habían estado inseparables por los dos años que salieron.   Eran la pareja mas popular de su prepa; ella, la más guapa, el, guapo y extrovertido.  El iba a ser un actor, pero apenas se esforzó.  Ella fue al UNAM, pero nunca lo terminó, mejor conoció a Chava.  ¿Por qué separaron?  Quién sabe. No puedan recordar.  Tal vez simplemente las cosas se habían acabado de gusto o quizá buscaban algo mejor.  Eran joven y tenían expectativas grandes.  Todavía los dos consideran estos años sus mejores.

En este momento se sienten igual; lleno de alegría, vencido por vergüenza.  Alegría por ver un amigo verdadero desde hace mucho tiempo, vergüenza por estar donde están en sus vidas, por no haber hecho más.  Mientras salían, tenían todo, estaban en el camino hasta el éxito.  Que pasó después, nunca entenderían.

Para Horacio, es difícil aceptar que la chica que había conocido, una chica joven, inocente, linda, se había convertido en esta mujer, si, muy guapa, pero formal y triste. No parece como la misma persona.  No sabe lo que debería decir, está congelado con susto por el momento.  Ve a Gabriela.  Aunque tiene un aire de tristeza, parece más bella de siempre.  Aparentemente es rico también, vestido así, yendo a fiestas en El Four Season, viviendo en Polanco.  Que horror que le ve en esta manera, en su taxi, completamente flipado, vestido tan casualmente.  Claro ella tiene el éxito de que el sueña.         

Gabriela espera a Horacio, él siempre sabía que decir.  Claro tiene horror de admitir su situación. 

¿Cómo has estado? Horacio dijo luchando a hablar directamente y conducir en tráfico pesado al mismo tiempo.  El sentimiento de familiaridad se desvaneció rápidamente y en seguida se siente que está hablando con una desconocida.   

Gabriela siente la inseguridad en la voz de Horacio y se vuelve aún más nerviosa, “Estoy bien, ¿cómo estás?” ella dice con una sonrisa casi forzada.  “Bien también” Horacio responde.  Un momento de silencio incomodo sigue.  No lo saben, pero los ojos de los dos se posan en el Castillo de Chapultepec, una visión iluminada arriba en la distancia en frente.  Aunque no pueden ver los detalles, es obvio lo que es.

“¿Todavía estás en contacto con el grupo viejo, cualquiera?” Tan pronto como las palabras echan de su boca Horacio las lamenta.  Se da cuenta que está hablando como un ex conocido al contrario del ex amante que es.  “¿No, no he oído de nadie desde hace mucho tiempo, y tú?”  Horacio, con un deseo de cambiar el tema, dice “No, ahora tengo un completamente nuevo grupo de amigos” inmediatamente preguntándose de cual amigos está hablando porque no tiene ningún. Horacio en seguida nota su anillo de diamantes, “¿Entonces estás casada?” dice con una mirada a su mano.  “Sí, me casé hace 15 años,” y ella añade abruptamente, “mi esposo está viajando para negocios.”  Se lamenta su mentira.  En seguida ella se siente calor y aún más incómoda.

“¿Oh, tienes hijos?” dice Horacio pensando ahora como está tomando inventario, como está llevando a cargo una entrevista.    “Todavía no, estamos esperando el momento correcto,” ella responde cómo respondería a una conocida en el super mercado.  “¿Entonces eres un taxista?”  Gabriela dice para cambiar el tema.  “Oh sí, pero solo para pagar las fracturas, todavía soy actor principalmente.  Todavía estoy luchando, pero un día voy a avanzar, vas a ver mi nombre en las luces algún día” dice torpemente.  “Oh si, entiendo, no les pagan mucho a los actores,” responde Gabriela pensando que tan sencilla, tranquila y segura sería una vida de un taxista. 

“Pareces belleza, aun mejor que antes.”   Horacio finalmente dice algo que se siente, pero las palabras son perdidas con Gabriela que no se siente belleza en este momento.  Ella apenas puede responder con un “gracias.” 

Horacio gira de la Avenida hasta una calle lateral.  El castillo desaparece.  El barrio es oscuro y vacío.  Los dos siguen luchando con la conversación que es mas formal y rígida que esperan.  Horacio frena frente del departamento de Gabriela.  Puede voltear para verla directamente.  Es casi hipnotizado por su belleza, pero paralizado por su falta de familiaridad. “Fue bueno verte” dice Horacio, pensando que quiere verla más, quiere habla con ella realmente pero no puede encontrar las palabras.  Gabriela se da cuenta que debería pagarle y le da la tarifa.  Mientras Horacio hurga para su cambio ella le dice guardar el cambio.  Se sienten aún más como extraños.

Gabriela, sin palabras, baja el taxi.  Horacio quiere bajar pero está congelado, no está seguro que Gabriela quiere hablar más.  Gabriela habla por la ventana, “Deberíamos hablar un día.”   A Horacio suena vago.  Claro, ella tiene su vida y no quiere que alguien del pasado la moleste, especialmente un taxista.  “Si, algún día” Horacio responde sin evidencia de su desesperación.  Gabriela siente que Horacio tiene una vida libre y feliz, claro ella solo la echaría a perder su tranquilidad.  “Gracias por llevarme” ella dice con otra sonrisa forzada.  “De nada, Gabriela” Horacio se fuerza decir su nombre. 

Gabriela voltea y empieza a caminar hasta su edificio.  Horacio la mira esperando que ella pare y regrese para el abrazo que quiere darle.  Se siente completamente vacío.  Que perdió algo que nunca tenía.  Gabriela oiga el taxi mientras Horacio arranca.  Vacila.  Quiere gritar a Horacio, quiere estar en sus brazos.

Los dos se quedan aún más solos que antes, condenados en sus cárceles solitarias.

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