En el siglo XV, en el tiempo europeo, los Aztecas reinaban mucho de lo que es México hoy.  Decimos los Aztecas, pero se llamaban mexicas. Por respeto, voy a usar su nombre correcto en este ensayo a partir de ahora.  Su capital, Tenochtitlán, estaba rodeada por el lago Texcoco.  El lago era integral en la sociedad mexica y era un factor muy importante en la defensa de la ciudad.  Se estima que la población de Tenochtitlán era de 300 mil personas en ese entonces.  Era posiblemente la cuarta o quinta ciudad más grande en el mundo en ese entonces y más grande que cualquier ciudad en Europa.  Los mexicas habían sido muy exitosos en dominar a las otras tribus en una región grande y recibían muchos tributos de ellas incluyendo comida, flores, armas y otros valores, pero especialmente personas para sus sacrificios. Por eso sus relaciones siempre eran tensas con las otras tribus.

Los mexicas tenían una sociedad muy estructurada, con puestos bien definidos para todos.  La sociedad tenía sectores como la realeza, guerreros, sacerdotes, granjeros, artesanos, obreros, etc. Era casi imposible escapar del sector en que nacieron, si aún había personas que pensaran así.  Todos los sectores tenían sus dioses propios que guiaban sus rutinas diarias, mensuales y anuales.  Los sacerdotes tenían mucha influencia sobre el gobierno.  Los sacerdotes predecían muchas cosas por leer el cielo, el clima, lo que hacían los animales y otras señales de los dioses.  Estos pronósticos tenían mucha influencia.  No existía el concepto de la separación de Estado e Iglesia.  Los mexicas no hubieran entendido este concepto.

El lenguaje de los mexicas era náhuatl.  Era un idioma hablado.  Su manera de escribir era como la de los jeroglíficos.  Tenían un conocimiento avanzado de las matemáticas, de cómo procesar los metales y un calendario preciso.  Algo interesante, como todas las sociedades de las Américas, no tenían la rueda.  Construían pirámides grandes y otros edificios impresionantes sin la ayuda de bestias de carga ni la rueda.

Claro, el tema de la guerra dominaba el ambiente de su sociedad.  Elegían a los reyes, entre los que eran candidatos debido a su nacimiento, por su habilidad en el campo de batalla.  Honraban a los soldados heroicos.  Hacían la mayoría de sus armas de obsidiana.   Desarrollaban muchas de sus técnicas de la batalla para tomar prisioneros en vez de matarlos.  Sus dioses demandaban cuándo y dónde iban a la guerra.

El concepto del sacrificio humano no es único de los mexicas.  Es difícil estimar la cantidad de sacrificios, pero es claro que los mexicas no tenían igual en esta práctica.  Seguramente había ceremonias durante las cuales sacrificaban miles de personas.  Hay estimaciones creíbles que sacrificaban 20,000 personas, normalmente soldados capturados, mensualmente y que 20 por ciento de los niños aztecas eran sacrificados.   Existía el ritual de comer los cuerpos humanos y el uso de la sangre como adorno de los templos y de los cuerpos de los sacerdotes también.  Claro estas prácticas eran espeluznantes para los españoles y contribuyeron a su justificación de lo que hicieron.

Hernán Cortés nació en 1485 en Medellín, España en una familia de nobleza menor.  Tuvo una juventud normal, estudió la ley por dos años a la edad de 14, algo que le ayudaría mucho en el futuro.  Después de algunos años de vagar sin rumbo, zarpó para el nuevo mundo a la edad de 19.  Llegó a la isla Española en 1504.  Allí participó en la represión y control de la población indígena.  Por sus esfuerzos estableció una reputación de alguien que era duro, ambicioso y aventurero. 

En 1511 se mudó a Cuba donde desarrolló una relación buena, pero a veces tensa, con el gobernador de dicha isla, Diego Velázquez.  Respetaban sus habilidades mutuas, pero debido a sus grandes ambiciones, no confían en uno del otro.  Después de enterarse de rumores de oro y otra riqueza, Velásquez nombró a Cortés para dirigir una expedición al continente.  Velásquez empezó a dudar de su decisión y decidió poner a otro hombre en lugar de Cortés.  Al escuchar del cambio de opinión de Velásquez, Cortés salió apurado en un gesto de desafío y, legalmente, de motín.  Sólo le tomó un mes para preparar 11 barcos y 500 hombres y se escapó antes de que el gobierno pudiera detenerlo.  Así empezó una de las famosas, si no es la más famosa, invasión de la historia de la humanidad.

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