Raúl se sienta a su escritorio.  Delante de él están los escritorios de los cinco oficinistas que trabajan para él.  Colocó cada uno para que pueda ver a sus empleados con un vistazo.  A pesar de que son flojos, todas las cabezas están bajas, trabajando sabiendo que los ojos de su jefe podrían aterrizar sobre ellos en cualquier momento.  No es un jefe exigente.  De hecho, casi nunca critica a sus empleados.  Pero tiene una manera de fruncir el ceño casi imperceptiblemente cuando las cosas no van bien.

Su escritorio es un ejemplo para todos.  Limpia la pantalla de su computadora cada mañana, que tan rápido acumulan el polvo.  Hay cinco lápices afilados, rotuladores en cada color, un reloj digital que muestra claramente la hora y una grapadora con su nombre pegado con cinta adhesiva a la vista de todos. Su teléfono está programado con todos los números importantes en marcación rápida.  El removedor de grapas, una herramienta importante para un oficial de préstamos, está listo a su lado.  Un escritorio limpio y organizado representa un mente limpia y organizada.  La foto de él y su familia que ya tiene 5 años fue sacada por el fotógrafo de la plaza comercial local.  “Qué bonita familia”, comentan muchos de sus clientes.

Durante el día un amigo de la prepa, Pedro, entró al banco.  Pedro siempre está feliz de verle.  Siempre sonríe a la vista de Raúl.  Cada vez cuenta con gusto la historia de cuando Raúl fue golpeado por un lanzamiento que forzó una marca y por eso su equipo de beisbol ganó el campeonato. Raúl se escondió en el baño hasta que Pedro salió del banco y agradeció a dios que ya no tiene que jugar beisbol otra vez.  Ya casi nunca ve a sus amigos de la prepa.

Echa una mirada al reloj.  Las 4:45, finalmente el fin del día, solo 15 minutos más, pero siempre los 15 minutos más tensos del día.  Revisa la entrada del banco para ver si hay clientes: vacía, gracias a dios.  No puede creer que los clientes tengan el atrevimiento de llegar en los últimos minutos antes de las 5:00.   Mira de reojo a Sylvia, su empleada, levantándose de su silla.  Siente la nuca contraerse mientras se acerca a él.   ¿Qué problema podría tener a esta hora?  A pesar de que recibe evaluaciones aceptables, no puede superar los problemas más sencillos.  Después de años en el trabajo no puede tomar sus propias decisiones.  Ya tiene 55 años y quizá se está ralentizando.  Probablemente esta vez tiene una pregunta pequeña que va a tomar mucho más de los 15 minutos que quedan en el día.   Raúl sabe que va a ser un problema sencillo, pero ella no va a entenderlo.  Va a ser muy frustrante.  Empieza a sudar.   Sylvia camina por delante de él, dándole una sonrisa cortante al pasar.  Va al departamento de crédito, que alivio, pero probablemente debería haberlo revisado con él.  

A las 5:00, sus empleados empiezan a guardar sus cosas para salir.  Raúl no puede creer que tan lento se mueven.    Lo peor es que Sylvia todavía está en el crédito.  Raúl decide que va a salir antes de ella, no le importa que, como el jefe, debería ser el último en salir. 

Una vez dentro de su carro, se relaja un poco.  Aunque hay demasiados anuncios, disfruta escuchar la radio.  Espera que no haya mucho tráfico, como la mayoría de los días.  Su camino a casa puede ser la única paz que consiga todo el día.  Parado en un semáforo, nota que la muchacha en el caro a su lado es atractiva.  Que haría con ella.  Ella mira en su dirección y el voltea su cabeza para no ser encontrado mirándola fijamente.  Decide que debería haber comprado un mejor carro.  Su Toyota Corolla nunca va a impresionar a nadie.  Mira su estómago.  Ya no puede ver su cinturón.  Algún día va a empezar un programa de ejercicio.  Quizás comprará una caminadora, pero no ahora.  Tienes que planear una acción tan radical.

Cuando gira en su entrada, frena el carro.  Su vecino, Marco, mientras está arreglando su motocicleta, agasaja a los muchachos locales.  Siempre tiene una anécdota aburrida sobre sus aventuras.  ¿Qué puede ser tan bueno con una motocicleta que siempre tiene que arreglar? Si quisiera, compraría un nuevo Harley, uno que no necesite tantas reparaciones.

Al otro lado de su calle, los niños del barrio están jugando en un jardín cercano.  La mejor amiga de su hija, que ya tiene 15 años está jugando con dos muchachos.  Ya tiene un cuerpo de mujer.  Que tan perfecta es su piel, que tan cortos son sus shorts.  Raúl no puede recordar jugar con una muchacha.  Ella mira en su dirección.  Maneja hacia el garaje sin saludarla.

Después de entrar a la casa, pasa directamente hasta la recamara, evitando la cocina donde está María, su esposa.  Puede saludarla cuando llegue el momento

En su recamara se quita sus Dockers para ponerse sus jeans favoritos.  Le gusta su manera de quedarse holgados.  Llevaría su playera favorita, la que tiene Jimi Hendrix, pero ya no le queda bien.  Algún día va a estar en suficiente buena forma para llevarla otra vez, pero hoy no es el día.  Se acerca a su esposa, no quiere oír su lista de problemas de hoy, pero quiere ver que van a comer esperando que no sea quinoa ni col rizada otra vez.  “Hola mi querido, ¿cómo fue tu día? ella dice con una sonrisa.  “Bueno” fue la respuesta.  Iba a decir que vio a Pedro, pero no quiere explicar por que no habló con él.  “Ana tuvo un examen importante hoy, por favor seamos amables con ella, está nerviosa.”  Caramba, aquí viene la lista.  ¿Por qué todo el mundo tiene que decirme cómo debería comportarme?  Soy el padre, sé bien como tratar a mi hija.  “Esta noche tenemos que planear nuestras vacaciones, va a ser tarde para hacer las reservaciones.”  Puf, no solo tienes que ir de vacación, tienes que planearla también. 

Durante la cena, María habla sobre su día y Ana explica en demasiado detalle su examen y habla de un muchacho que le cae bien.  Raúl se pregunta si habrá un partido de futbol en la televisión esa noche.   Solo quiere que todo el mundo deje de molestarle.  Después de satisfacerse con la comida, sin una palabra, busca una oportunidad para salir de la mesa sin comentario de la esposa. 

María va a Raúl después de limpiar la cocina, “¿Que pasa Raúl?, pareces distante hoy.”  Raúl ya está mirando su partido.  “Bueno, recuerda la fiesta este sábado.”  Raúl, sin respuesta, deja claro que prefiere mirar la televisión.

Que alivio que hay un partido en la televisión.   Raúl disfruta la noche después de que todo el mundo esté en cama. 

Después apagar la televisión, mientras camina a su recamara, ve afuera a su jardín.  La luna es grande y brillante.  Puede ver todo en esta noche misteriosamente iluminada.  Por un momento breve, recuerda su primera cita con María.  Como ella rio sin inhibición después de que derramó agua sobre ella.   Su riza lo hizo cómodo una circunstancia normalmente embarazosa.  Se toma un respiro.  No puede recordar claramente cómo llegó aquí, a esta casa, casado, con dos hijos, fuera de forma y aburrido.  El pasado está nublado.  Se pregunta si tomaba decisiones o las cosas simplemente pasaban.  ¿Hubo una bifurcación en el camino?  Aunque nunca podría dárselo cuenta explícitamente, siente como víctima, sin poder, flotando por un rio que sólo va en una dirección, cuesta abajo. 

Cuando su cabeza toca la almohada, espera que mañana no sea tan estresante.

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