En una de sus historietas, Mafalda expresa su deseo de ser intérprete en la ONU y dice lo siguiente:

Cuando sea grande voy a trabajar de intérprete en la ONU y cuando un delegado le diga a otro que su país es un asco yo voy a traducir que su país es un encanto y, claro, nadie podrá pelearse. ¡Y se acabarán los líos y las guerras y el mundo estará a salvo!”

Esto es muy chistoso pero lamentablemente, la realidad es mucho más compleja. Si podemos elogiar la voluntad de Mafalda de utilizar su capacidad de hablar varios idiomas para contribuir a la harmonía entre naciones, me parece evidente que la paz no se alcanzará con mentiras, pero con un dialogo abierto y franco. Sin embargo, hoy día hay tanto al nivel internacional como al nivel domestico, ciertas verdades que no se pueden decir y opiniones que no se pueden expresar por ejemplo, por miedo de ser acusado de racismo, de antisemitismo, de islamofobia, etc.

Las consecuencias pueden ser trágicas como lo vimos recientemente en Rotherham, Inglaterra, donde durante una quincena de años, más de mil niñas fueron violadas y sometidas a todo tipo de abusos, y nadie dijo nada para no ser acusado de racismo, ya que los perpetradores eran todos de origen paquistaní. La ironía en este asunto es que si había discriminación, era probablemente por parte de los violadores que asaltaron casi exclusivamente niñas europeas desfavorecidas  (White Trash).

Un número creciente de ciudadanos de países occidentales consideran el Islam como una amenaza. Esto lo demuestran sondajes, la ascensión de partidos como el Frente Nacional en Francia y la aparición de movimientos como el EDL (English Defence League) en Gran Bretaña por ejemplo. Gracias al internet, todo el mundo, incluso los que no hablan árabe, puede acceder no sólo al Corán, pero también a su explicación (tafsîr), a la biografía de Mahoma (sîra)  y a la jurisprudencia islámica (fiqh), y hoy hay mucho más gente que sabe qué es el yihad, qué es un dhimmi, la jizya o la taqiyyah, etc. Entonces, cuando la gente expresa su recelo en respecto al Islam, se puede cada vez menos hablar de prejuicios o de fobia.

¿Pero qué pasa? El pueblo dice une cosa y sus líderes, que en teoría son los intérpretes y representantes de su voluntad, hacen como Mafalda, dicen lo opuesto: “El Islam es una religión de paz y de tolerancia” “El Islam es compatible con la democracia”, “Los actos del Estado Islámico no tienen nada que ver con el Islam”, etc.

¿Qué esperan lograr así? ¿A quién esperan convencer?  No convencerán los yihadistas que su interpretación del Corán es errónea y tampoco van a convencer los occidentales que tienen una opinión negativa sobre el Islam. Sólo lograrán aumentar la desconfianza de la gente hacia ellos y crear más espacio para los que llaman despreciativamente “populistas”.

¿Quién son estos populistas? Son por ejemplo el político holandés Geert Wilders. Aunque no estoy de acuerdo con las soluciones que propone, es evidente que tiene razón cuando dice que hay en el Corán versos muy violentos que los yihadistas utilizan para justificar sus acciones. Esto es una simple realidad que no sirve para nada negar y para mí, es absurdo considerar la denuncia de esta violencia como un acto de odio hacia los musulmanes, cuando en realidad, las primeras víctimas de dicha violencia son musulmanas. Esto es especialmente el caso con los movimientos yihadistas que consideran más urgente combatir y matar a los apóstatas y a los heréticos, que a los infieles de origen.

 No estoy negando la existencia del racismo y del odio, sólo estoy diciendo que, de misma manera que se puede por ejemplo denunciar la política israelí sin odiar a los judíos, se puede criticar el Islam sin odiar a los musulmanes.