Mi hijo, quien es maestro de quinto grado y mi nuera solo tienen un carro. Como no pueden permitirse el lujo de comprar otro, usan una bicicleta equipada con una batería como segundo método de transporte. La semana pasada mi hijo iba en camino a mi casa en bici con mi nieto. Iba a dejar a su hijo en mi casa y posteriormente ir rumbo a su trabajo. La bici se descompuso mientras se desplazaban y me llamó para pedirme que lo llevara a su escuela y que trajera a mi nieto a mi casa. La bici se quedaría en la calle cerrada con llave, y luego podríamos regresar para solucionar todo. Tiempo después, al terminar el día escolar me pidió que lo llevara al sitio donde se estacionó la bici aquella mañana. Se la arregló con unas herramientas y estaba listo para ir a su casa, pero lamentablemente no pudo encontrar sus llaves. Quizás se le hayan caído en la calle, a lo mejor íbamos a encontrarlas en el carro, o tal vez las dejara en la escuela. Ninguna de las opciones dieron fruta y no le quedaba de otra salvo llamar a un cerrajero. “No habrá ningún problema, voy a llevar las tenazas, dime dónde está tu bici y nos vamos a encontrar en esa esquina, te cobro $150.00” . No quiso gastar tanto dinero entonces tocó la puerta de una estación de bomberos que quedaba a 1 km del sitio. Como no quería malgastar su dinero, les rogó a los bomberos que cortaron el candado. Decidieron ayudarlo y lo llevaron en el autobomba al sitio donde se estacionó la bici. Al acercarse, supo que alguien había encontrado las llaves y las había colocado en el pequeño casco de su hijo. Mi hijo escribió un letrero y lo puso cerca del sitio, agradeciendo esta persona desconocida por su bondad y su honestidad