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Cada vez que escucho la canción “Teatro” de La Lupe, me parece que podría haber sido escrita para un político. Yo creo que, en muchos casos, la política es “puro teatro, falsedad bien ensayada, estudiado simulacro” y que, muy a menudo, sólo se trata de decir a cierta gente lo que quiere oír, para así conseguir sus votos. Por esta razón, decidí ya hace 5 años no participar más en esta mascarada. 

Mucha gente confía “ciegamente”, no en la fiebre de los besos de los políticos, sino en sus promesas que nunca cumplen, y ellos siguen mintiendo “serenamente”, pues saben que, pase lo que pase, nunca tendrán que rendir cuentas. Por eso, hoy tengo mucho más respeto por la empresa privada: un empresario que toma decisiones equivocadas tendrá que pagar un precio, por lo tanto, no puede llevar décadas repitiendo los mismos errores sin jamás sacar conclusiones. En cambio, los políticos pueden seguir implementando políticas que no funcionan, todo lo que tienen que hacer es aumentar los impuestos para financiarlas. 

La política se vuelva aún más un teatro cuando algunas celebridades, entre ellas actores que se ganan la vida literalmente ensayando y fingiendo, se permiten decirnos por quien no votar, como si su celebridad hiciera de ellos expertos en política o/y en economía. A pesar de que ya no creo más en la lucha de clases, me parece obvio que los intereses de dichas celebridades y los nuestros no son siempre los mismos. Por ejemplo, la globalización y la inmigración masiva no tienen el mismo impacto sobre sus existencias que el que pueden tener sobre la vida de los trabajadores. Es más, ellos a menudo benefician de la globalización: por ejemplo, muchos futbolistas juegan en el extranjero y varios actores franceses hoy siguen una carrera en Hollywood. ¿Pero qué tal el obrero que perdió su empleo porque la fábrica en la que trabajaba fue deslocalizada?  

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