Últimamente he sido testigo numerosos episodios de crueldad. Tal vez por el hecho de que me estoy volviendo más viejo y, por ende, más experimentado, he comenzado a comprender las principales motivaciones del común de la gente. Desgraciadamente, las motivaciones que cabe llamar negativas responden a odios y prejuicios por completo injustificados. El origen de estos bajos sentimientos se encuentra en los aspectos conflictivos y dolorosos del bagaje psicológico de cada persona, y no, como cabría esperar, en las acciones o reacciones de terceros. Es decir, la gente no es cruel debido a conflictos con la sociedad, sino debido a conflictos internos en su propia personalidad. Éstos son mucho más difíciles de solucionar que aquéllos. En consecuencia, el mal que vemos en las calles es casi imposible de erradicar. No importa que hagan o dejen de hacer los políticos, no importa lo que hagas o dejes de hacer por los demás, la gente siempre encontrará motivos para herir a sus congéneres.