Cuando mi hija menor tenía dieciséis años fue a las tiendas con amigas y compro un colorante para el pelo. Cuando llego a casa después de mi trabajo mi mujer me encontró a la puerta y dijo, “No dice nada a Lindsey sobre el pelo.” Fue muy difícil porque su pelo estuve de un color rosa muy luminosa. Durante la comida mi mujer dijo a Lindsey, “Me gusta mucho su pelo. ¿Tienes algo colorante de sobre porque creo este color me queda bien?” Lindsey dijo, “No hable tonterías madre.” Y fue inmediatamente al cuatro de baño y gasto unas horas limpiando el pelo. Tenemos suerte que el colorante fue un tinto vegétale y el próximo día ella fue a colegio con el pelo casi normal.

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