Les voy a platicar sobre un símbolo enigmático de la ciudad de San Francisco, el puente Golden Gate. No hablo de cosas como su longitud o los datos a cerca de cuantos carros lo cruzan cada día ni de su historia. Escribo sobre cómo me hace sentir cuando lo atravieso.
Solo lo cruzo por diversión y suelo ir en bicicleta. Voy temprano y si puedo presenciar el amanecer, mejor aún. Hay un mirador al otro lado del puente y claro para lograr ver unas hermosas vistas hay que subir una largacolina . Si pudiera hacerlo semanalmente sería genial ya que siempre me da una sensación de bienestar no sólo por el empeño físico sino también por el don de la pura tranquilidad mental.
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