Había una vez una niña, quién fue amado por todos que la miró, pero sobre todo por su abuela, y no había nada que no le habría dado por la niña. Una vez le dio un sombrerito de rojo terciopelo, que le sienta tan bien que nunca se pondría algo más. Así que siempre fue llamada Pequña Caperucita Roja.
Una día su madre le dijo, Ven, Pequeño Caperucita Rojo, aquí hay un pedazo de pastel y una botella de vino. Llevarlos a tu abuela, ella está enferma y débil, y ellos la harán bien. Salir antes de que se calienta, y cuando tu vas, caminar bien y silenco y no huyas de la ruta, o puedes caer y romper la botella, y entonces tu abuela no recibirá nada. Y cuando entras su habitación, no olvides decir buenas mañana, y no mire cada esquina antes hacerlo.
Tendré mucho cuidado, dijo Pequeña Roja Caperucita a su madre, y dio su mano en eso.
La abuela vivió en el bosque, media legua del pueblo, y tal como Pequeña Caperucita Roja entró al bosque, un lobo la conoció. Pequeña Caperucita Roja no sabía que criatura tan malvada él fue, y no tenía miedo de él.