El anciano entra al Starbucks con su periódico metido bajo su brazo como era su rutina en las mañanas. Ve con un poco de irritación que un joven hablando sobre su celular ha tomado su mesa habitual. Arrastra los pies hasta el mostrador a manera de protesta. Nota que Ana, su barista favorita, está preparando bebidas y que tendrá que dar su orden a Marco, su barista menos favorito. Tal vez puede atrapar su mirada, seguramente tiene una sonrisa para él. Ana siempre alegra sus mañanas.
“Buenos días, Ricardo, ¿cómo puedo ayudarle?” dice Marco. Por favor, ¿este chico todavía no sabe que siempre ordeno un café chico? A Ricardo, le caen bien los baristas que saben su nombre y su orden. Ana siempre dice buenos días y simplemente prepara su café. Es un acto de respeto. ¿Por qué Marco no puede recordar? “Un café chico, negro” gruñe. ¿Algo de comer?” Marco dice con demasiado entusiasmo. “No hoy” responde mientras piensa: “ni cualquier otro día de mi vida”.
Ricardo encuentra una mesa hacia la parte de atrás del café. Pone su café sobre la mesa, va a dejar que se enfríe un poco hasta que lo beba. Coloca su periódico abierto al lado. Va a leerlo un poco pero primero va a mirar alrededor del café. Hay una mamá y su hijo de tres años. Starbucks no es un lugar para niños, pero las mamás insisten en traerlos aquí. Por lo menos este bebé no está llorando.
La escena del resto del café es como es todos los días. Hay dos hombres en una mesa hablando de algo que parece serio. Hay una mujer en un traje trabajando en su laptop. Debe ser una profesional, tal vez trabaja con la tecnología, no, mejor es en marketing. El joven en “la mesa de Ricardo” todavía está hablando al aire. Hay otro anciano que está inmerso en su periódico. Ricardo se pregunta si este hombre va a ser un cliente regular. Le gustaría platicar con él para averiguar si es interesante.
Ya que no hay nada interesante voltea hasta su periódico. Prueba su café, mmmm, Starbucks hace el mejor café concede Ricardo que normalmente no prefiere las cosas recientes. En la primera página hay un artículo sobre un caso de corrupción en el gobierno local. Espera que los pongan en la cárcel para siempre. Hay un artículo sobre el ridículo presidente, “¿qué hizo ese cabrón esta vez?” se pregunta con preocupación Ricardo. Pero más interesantemente, hay un artículo sobre la salud de los ancianos. Dice que mantenerse más activo puede tener un impacto grande en tu salud, incluso en tu felicidad. Para Ricardo, suena bien. Le gustaría ser más activo, pero ¿qué puede hacer? Su rodilla todavía le duele. A veces es difícil respirar. Si sólo pudiera superar sus condiciones malas, estaría más activo.
Ricardo ya tiene 77 años. Los ochenta están a la vuelta de la esquina. Su esposa durante 40 años murió hace 8 años. La extraña, claro, pero siempre ha sido un hombre más o menos independiente y su vida no está tan mal. Tiene su pensión, su casa de la que es el dueño. A veces tiene oportunidades de conocer a una anciana, siempre hay ancianas buscando parejas, pero no le interesan mucho. Si, seria increíble tener la intimidad con una mujer, pero no quiere despertarse al lado de una mujer que tenga su edad. Por otro lado, sería difícil encontrar a una mujer que quisiera despertarse a su lado también. Puede ser aterrador. No, es una fantasía. Vivir con otra persona ahora sería un cambio grande en su vida. Su vida es pulcra y ordenada. Prefiere mantenerla así.
La puerta del café se abre y una mujer llamativa entra. Ella flota a través del café. Tiene más o menos cincuenta años y parece magnifica en su vestido de verano y sandalias con tiras delgadas. Esta mujer es perfecta piensa Ricardo, quien está re-evaluando su decisión de vivir solo. Todavía está en buena forma y su piel no tiene ninguna mancha, nota después de una examinación completa. Ricardo mira sonriendo directamente a esta visión esperando una sonrisa en recompensa. Ella le ve por un momento breve y le da su sonrisa cortes, pero sólo después de ver en la otra dirección. Ricardo todavía lo considera un éxito. Que conquista. La mantiene en su visión disfrutando su aura, buscando una oportunidad de empezar una plática con su frase preparada, “es un buen día, ¿no?” Nota que ella tiene un diamante grande en su dedo y está llevando un bolso de Kate Spade. Claro una mujer de esta calidad puede atrapar a un hombre rico fácilmente. Ella no le da la oportunidad que busca y se va rápidamente, perdida en su vida ocupada.
El café se tranquiliza después de este evento inspiracional y Ricardo empieza a perderse en sus propios pensamientos. Sabe que debería hacer más con su tiempo, estar más activo, pero ¿cómo? Nunca ha tenido un pasatiempo, aunque intentó algunas veces adquirir uno. Tiene un closet lleno de equipo de buceo, palos de golf y otras cosas como evidencia. Incluso compró un modelo de plástico cómo los que construía cuando era joven. Es de un Corvette Sting Ray de 1963, su carro de fantasía. Todavía está en su closet, en su caja, intacto.
Su amigo Raúl aprende español y su amigo Franco juega ajedrez. Suenan interesantes también, pero Ricardo sería terrible en estas dos actividades, no, tiene que ser algo más fácil pero todavía interesante. Pensará en algo pronto.
La puerta del café se abre una vez más. Es un muchacho de más o menos veintitantos años con pelo que alcanza sus hombros, tatuajes que cubren su cuello, pantalones cortados, lleva lo que parecen como diez pulseras en su muñeca izquierda y un extensor grande en el lóbulo de una oreja. Este muchacho camina por el café con una sonrisa grande, ve directamente a Ricardo y dice “Buenos días Señor, ¿cómo está?” sin quitarle los ojos de encima. “Estoy bien” responde Ricardo, preguntándose qué quiere este muchacho que aparentemente quiere destruir su cuerpo con garabatos. “Qué bueno, que tenga un buen día, Señor” dice el muchacho con su sonrisa interminable mientras se acerca a la barra.
¿Qué piensan los jóvenes de hoy? Las muchachas apenas se ponen nada y los muchachos piensan que son los dueños del mundo. Saltan a la cama juntos tan fácilmente como se saludan. Ya saben todo, nunca piden los consejos de sus mayores. Ricardo nunca hubiera mirado directamente a los ojos de un anciano. Tenía respeto por sus mayores cuando era joven y sólo los marineros obtenían tatuajes, no, Ricardo respeta el cuerpo que dios le dio también.
Ricardo quiere regresar a su periódico, pero está agitado ahora. Recuerda un día cuando era niño que entró en un café en su pueblito y encontró a su abuelo tomando un café. Instó y luego rogó que su abuelo saliera del café para jugar con él. Pero su abuelo, ya jubilado, estaba contento en el café entre sus compañeros y se quedó allí. Ricardo no le entendió en ese momento, pero ahora le perdona. Es su abuelo ahora.
Bueno, ha sido suficiente tiempo en el café por hoy, mañana será mejor. Ricardo limpia su mesa y tira su basura donde pertenece. Antes de salir, echa un vistazo para chequear que no dejó nada. Mientras sale, el muchacho con los tatuajes le da otra sonrisa. Ricardo le da una sonrisa cortes. En camino a su casa piensa en su modelo, tal vez va a echarle un vistazo. Luego recuerda que necesita pintura de aerosol y pegamento. Tal vez otro día, cuando tenga el tiempo.