Lava Caliente
Perdóname por favor porque ya sé que voy a vagar mucho en esta historia. Si solo te contara la historia de Lava Caliente, sin desviaciones, la historia sería muy corta. Si me conoces bien, sabes que no me gusta contar historias cortas, prefiero las que son largas. De hecho, entre más larga, mejor.
Tengo dos hermanos. Uno es dos años más joven que yo, el otro, tres. Hasta que tenía diez y seis anos, nos quedábamos en la misma recamara. En general, nos divertíamos mucho en nuestra recamara. Claro, era el mayor entonces era el líder y lo que decía era ley. Pero, al menos en mi mente, era un rey generoso y comprensivo. Jugábamos juntos todo el tiempo. Peleábamos un poco aquí y allá, pero era mucho más grande y todo el mundo sabía quién iba a ganar una pelea. Normalmente los sostenía y los pegaba en los brazos hasta que ellos estuvieran de acuerdo conmigo. Era un sistema que funcionaba bien. Siempre tenía el control y peleas entre mis hermanos y yo eran raras y nuestros padres casi nunca tenían que involucrarse.
Vivir con tres chicos en una recamara no estaba mal. Un verano tuve que dormir en la misma cama con mi abuelo. No me gusto esto de nada. Mi abuelo me caía bien pero tenía más o menos ocho anos y tenía que compartir mi cama. Claro todo el mundo creía que era chistoso incluso mi abuelo. El pensó que era chistoso cuando él me dio un empujón en mis costillos cuando yo estaba comenzando a dormir. Dormía tan cerca el borde de la cama como fuera posible.
Mi abuelo era interesante también. Era un hombre de muchos trabajos diferentes. Era un conserje, y trabajaba en una tintorería y otras tiendas y empresas en nuestro pueblo. No podía estar en un trabajo por un tiempo largo. A menudo mi madre o mi abuela me pedían buscar a mi abuelo para traerle a casa. Siempre el primer lugar que buscaba era el Box Bar, el único bar en nuestro pueblo. Fuera al bar, le esperaba cuando terminaba su bebida, y caminaba con él hasta que legábamos a casa. A veces él hablaba chistoso o caminaba chistoso pero nunca creía que el estaba borracho. No sabía que era estar borracho en aquellos días. Si, probablemente esto era un problema pero solo recuerdo que el siempre estaba listo para jugar con nosotros. Para mí era un buen abuelo.
Este proceso funcionaba bien para mí. Un día reuní con mi abuelo en el Box Bar y me presento a Señor Agnew. Señor Agnew era el dueño de una joyería en el centro de nuestro pueblo. Después de conocer mejor a Señor Agnew, el me ofreció mi primer trabajo. Cuando tenía trece años, tuve mi primer trabajo. Si, ya tenía palancas a la edad de trece años.
Iba a la tienda tres veces por semana después de la escuela por dos horas. Tenía dos tareas, una era limpiar la tienda, otro era correr tan rápido como podía para buscar Señor Agnew en el Box Bar cuando ciertos clientes llegaban a la tienda. Cuando estés clientes llegaban, la muchacha que trabajaba conmigo me daría la señal y me iba rápidamente. El Box Bar solo estaba a un cuadro y media de la tienda. Recuerdo que Señor Agnew siempre ponía una servilleta sobre su bebida antes de salir. Su plan siempre era regresar al bar. Tuve este trabajo dos anos. Es una maravilla que ahora no me gusta beber en un bar las tardes.
Bueno, regresamos a casa. Recuerdo dos cosas sobre nuestra recamara que valen la pena contar. Primero, nuestro recamara tenía un acondicionador de aire en la ventana. Mi padre lo compro porque mi hermano Patrick tenía el asma. Tenía problemas respirando a veces y el acondicionador le ayudaba. Nunca he oído de acondicionadores antes entonces creía que era una maquina que emitía medicina en el aire. No me gustaba la idea de medicina en el aire entonces lo apagaba. Probablemente todavía necesito disculparme con mi hermano Patrick por eso.
Mis hermanos eran un poco extravagantes. Eran nerviosos y a veces no podían dormir bien. A menudo yo estaba a punto de ir a dormir, o ya estaba durmiendo, y oía que uno de mis hermanos estaba diciendo mi nombre. Siempre decía mi nombre, una y otra vez, comenzando con un susurro pero creciendo más fuerte cada vez, hasta que les respondía, “si ¿qué quieres?” La respuesta siempre era la misma; “solo quería saber si estabas despierto.” A veces este escena pasaba muchas veces en un noche hasta que me levantaba de mi cama, iba al mi hermano para girar su brazo hasta que el dijera que no iba a decir mi nombre otra vez. Cuando mis hermanos y yo hablamos de esto ahorita nos echamos a reír. Nunca sabia porque siempre era tan importante que ellos supieron que estaba despierto.
Mis hermanos y yo siempre jugábamos juntos. Especialmente, jugábamos mucho a las luchas. Siempre era los dos contra mí. Normalmente sostenía uno entre mis piernas cuando luchaba otro hasta que se daba por vencido. Luego, volvía a otro para hacer que él se daba por vencido. Era un juego que se repetía mucho. Mis hermanos siempre eran listos para luchar conmigo. Estoy seguro que creían que iban a ganar una lucha algún día. Pero nunca paso.
Después de algún tiempo, el juego llego a ser un poco más sofisticado. Decidimos imaginar que el piso en nuestra recamara era de lava caliente. Luchábamos en una cama con el intento de poner el otro en la lava caliente. Si alguna parte de tu cuerpo tocaba el piso, perdías. Claro, no puedes vivir después de tocar lava caliente. Por anos este juego era nuestro favorito, especialmente de mis hermanos. Puedo recordar que ellos decían “jugamos lava caliente” muchas veces.
El juego llevaba a su fin igual todas las veces. Luchábamos en la cama hasta que podía sostener uno de mis hermanos entre mis piernas y luego bajaba el otro hacia el piso, tan despacio como podía, hasta que él se quemaba en la lava. Luego volvía al otro para hacer lo mismo. Siempre había mucha risa.
Siempre yo ganaba. Bueno, depende de lo que quiere decir por siempre por que una vez perdí decisivamente. De alguna manera mis hermanos podían sostener mis brazos detrás de mi espalda y un momento estaba de rodillas encima de la cama y otro momento estaba cayendo, la cara primero, hacia el piso. Aterrice en mis dos dientes delanteros. Claro, se rompieron. La mitad interior de ambos dientes se partieron. Tenía un grande espacio en mi sonrisa que era formada como un “V”. En seguida sostuve mi boca y sentí que mis dientes habían roto. Les mostré a mis hermanos y ellos comenzaron a buscar para los pedazos. Estaba asombrado por tres razones. Primero, perdí mi primer juego de lava caliente, un final de una gran época. Segundo, había un agujero grande donde mis dientes solían estar. Tercer, no tenía dolor. Debí haber aterrizado directamente en mis dientes porque no tenía otra herida.
Después de recuperarme un poco, nos fuimos con los pedazos, para decirles a nuestros padres. Fui, con la boca tapada con las manos, a su recamara. Les dije que rompí mis dientes y se los mostré. Mi padre, siempre tranquilo, dijo, “bueno, ahora no necesitas braquetes.” Cuando mi madre se dio cuenta de que mis dientes estaban rotos, dijo las palabras más famosas en mi familia, ‘¡Oh no, mis muebles nuevos!” Aparentemente ella había estado ahorrando para muebles nuevos y el dinero ahora tenía que ser gastado en el dentista. Mi madre siempre sabía las palabras que me hacían sentir mejor.
Fuimos al dentista para que me los arreglara. El dentista me dio canales raíces y tapones temporales. Mis dientes se volvieron de color gris y esto me provoco desconfianza. Algunos años más tarde, me dio tapones enteros. En los últimos pocos anos, más o menos cincuenta años más tarde, reemplace mis raíces y obtuve implantes. Ahora mis dientes están bien pero pase mucho tiempo en el tratamiento dental.
Hace unos anos, mi esposa regreso de un almacén. Me dijo que vio un cojín en donde fue escrito esto: “Si no has jugado lava caliente, no has sido joven.” “No es posible” le dije “lo inventamos y nadie otro conoces este juego.” Pero ella tenía razón. Lo busque en el internet y existe. El juego que estaba mencionado en el cojín es un poco diferente que nuestro juego. Es un juego donde participantes tratan de ir de la punta A a la punta B en una casa o sala, sobre muebles, sin tocar el piso. Nuestro juego era de lucha, mucho más divertido para chicos.
Mi dominio de lucha sobre mis hermanos duraba hasta que los dos unieron al equipo de luchas de la secundaria. Cuando tenía diez y siete anos me di cuenta que no podía ganar una lucha contra los dos juntos. Con diez y siete anos ya estaba viejo.
Cuando mis hermanos y yo hablamos de esos días, nos divertimos mucho. Es interesante que estaba muy emocionado cuando nos mudamos a Chicago y recibí mi propia recamara. Me gustaba esta recamara pequeña pero nunca tenía tanta diversión como tenía cuando dormía con mis dos hermanos. Ahora uno es un doctor en Chicago y otro es un profesor de historia en Londres. Los extraño, pero no suficiente dormir con ellos en la misma recamara.