A mi mujer no le gusta el relámpago. Cuando era joven su madre temía el relámpago y cuando era una tormenta eléctrica hacía mi mujer y sus hermanos esconder en la alacena. Si la tormenta estuvo a noche los tres niños tuvo que despertarse e ir en la alacena. Hoy en día ni mi mujer ni sus hermanos le gusta el relámpago. A mi madre no le gusta el relámpago pero cuando mi hermano y yo éramos jóvenes ella se preocupó que no lo descubrimos. Ni mi hermano ni yo nos preocupamos sobre el relámpago. Es obvio que necesitamos preocuparnos que no demos nuestros terrores a nuestros niños.

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