Cuando tenía siete u ocho anos, algo sucedió que en realidad fue algo pequeño, pero tuvo un impacto en mi mente, bueno, por lo menos en mi memoria.  En aquellos días, como ahora, solía desayunar cereal con leche.  Cuando comía mi cereal, siempre leía la parte posterior de la caja.  Siempre había algo interesante allí.  Si, leía la misma cosa por días pero siempre me emocionaba cuando cambiaban lo que estaba escrito en la caja.  

Un día en el verano,  vi que había una foto de soldados de juguete en la caja de mi cereal.  Eran soldados de la guerra de la revolución de los estados unidos. Había soldados británicos y coloniales.   Era una promoción y los quería.  Todo lo que tenía que hacer era enviar algunos dólares y seis tapas de cajas y podía tener cientos de soldados.   Si, cientos.  Entonces le dije a mi madre que necesitaba algunos dólares y seis tapas de cajas.  Le dije que solo quería comer ese cereal hasta que tuviera seis tapas.  Bueno, ella accedió a apoyarme. 

Ella me dio algunos pequeños trabajos y gane el dinero rápidamente.  Pero tarde bastante más tiempo en comer seis cajas de cereal.  Pero cada mañana comía mi cereal y estaba un paso más cerca de mi sueño.  Finalmente, el día llego.  Tenía mis seis tapas.  Con la ayuda de mi sabia madre, puse el dinero y las tapas en un sobre y lo envié a la empresa de cereales. 

Luego la espera comenzó.  Tardo semanas, casi un eternidad para un niño de siete anos.  Pero nunca me olvidaba de mis soldados.  Finalmente, llegaron.  Después de ver mis soldados estaba un poco decepcionado.  Si, había cientos de soldados pero cada soldado era muy pequeño y solo de un color.  Le dije a mi madre que creía que los soldados serian como los que estaban en la foto de la caja.  Ella me dijo que yo necesitaba ver más de cerca la caja.  Ella tenía razón.  Había imágenes de soldados con uniformes de colores múltiples pero detrás de ellos habían imágenes muy pequeñas de los juguetes.  Bueno, me engañaron con esto pero no me desanimaron,  todavía iba a jugar con mis soldados. 

En ese momento vivíamos en nuestra primera casa en Michigan.   Detrás de nuestra casa había un campo grande.  A un lado había un banco y al otro una torre de agua y una estación de bomberos.  Jugábamos mucho en ese campo.  Cuando teníamos sed, íbamos a la estación para beber agua.  Los bomberos eran amables y siempre hablaban con nosotros.  En ese campo,  unos camiones habían descargado un montón de tierra.  Cada camión había hecho una pequeña colina de tierra.  No era basura,  solo tierra.  Había miles de pequeñas colinas.  Era un lugar perfecto para niños.  También era un lugar perfecto para una guerra, o más precisamente, una revolución.

En seguida lleve mis soldados al campo, encontré una colina en el centro del campo y comencé a jugar con mis juguetes nuevos.  Me divertía mucho cuando oí a mi madre que me llamaba para almorzar.   “Ya es hora de almorzar” recuerdo que estaba pensando. ¿En que piensan las madres? ¿No saben que una revolución es más importante que un almuerzo?  Sin embargo, deje mis soldados, en una escena de una gran batalla, para almorzar.   Después de almorzar rápidamente, regrese al campo para seguir jugando.  Fui a mi colina.  Pero no vi mis soldados.  Tal vez estaban en otra colina.  No, tal vez en otra.  Oh no, no podía encontrar a mis soldados.  Había demasiadas colinas de tierra.  Busque durante lo que parecía horas y no podía encontrarles.  Mis hermanos me ayudaron, mis amigos también.  Era como si mis soldados hubieron desaparecido.  Busque días después pero mis soldados estaban perdidos para siempre.  Nunca encontré a mis soldados de la guerra de la revolución americana.

Bueno, semanas de espera para una mañana de juego.  Aprendí una gran lección ese día: ¡Recuerda donde pones tus juguetes! 

Me recupere rápidamente de mi perdida pero ¿porque te digo esta historia?  ¿Porque quería contar una historia con un final triste?  No, esta historia tiene un final feliz.  Le conté esta historia a mi hijo menor cuando era niño hace más de diez anos.   Claro, creí que él se había olvidado de esta historia hace un largo tiempo.  Pero este fin de semana estábamos en el carro y vimos un pequeño campo con pequeñas colinas de tierra, dejadas allí por camiones.  Michael me vio y me pregunto, “¿Papa, quieres ir al campo para buscar tus soldados de juguetes?”.  No había pensado en esta historia por anos, pero supe en seguida de lo que hablaba.  Me hizo sentir bien.  El toco mi corazón con su pequeño comentario.  Le dije que me sorprendió que el recordara esa historia y me dijo que había pensado en esta historia a menudo.  Estaba más sorprendido y feliz.  Nunca se sabe cuando una historia sencilla puede tener un impacto en un muchacho.

¿Bueno, cual es la moraleja de esta historia? Es obvio, cuando piensas que una historia no va a tener un buen final, solo esperas y ves, porque si esperas suficiente tiempo, en este caso más de cincuenta años, puede tener un “final feliz”  inesperado.  

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