One day in late June 2001, Rosario Porto, a petite, dark-haired lawyer from Santiago de Compostela, northern Spain, sat nervously on a flight to China beside her husband Alfonso Basterra, a quiet man from the Basque country, who worked as a freelance journalist. The couple, both in their mid-30s, were on their way to adopt a baby girl. Porto swallowed two tablets of Orfidal – a common anti-anxiety medicine that she had used before then – but remained too agitated and excited to sleep.
Un día tarde en el año 2001 Junio, Rosario Porto, una pequeña con pelo oscuro desde a Santiago de Compostela, norte de España, sentó nervosamente en el vuelo a China junto a ella su marido Alfonso Basterra un hombre callado desde el país vasco, que trabajó como el periodista independiente. La pareja, tanto entre los treinta años fueron su camino adoptar una niña. Porto tragó dos tabletas de Orfidal – el medicamento común contra la ansiedad que se usó antes – pero quedaba agitada demasiada y entusiasmada para dormir.
The couple had had no trouble persuading local Spanish authorities that they would make good parents and that their child would be surrounded by a loving extended family. Porto’s father was a lawyer who had been honorary consul for France in Santiago, and her mother was a university lecturer in history of art. They had given their daughter a flat that occupied a whole floor of a four-storey block in what some call Santiago’s “VIP zone”, home to the city’s upper middle class. The flat was decorated in the bold tones – blues, greens and yellows – that Porto liked, and full of art, curiosities and colourful rugs from around the world. The child’s bedroom would have wallpaper covered in clouds and suns.
La pareja no ha habido convenciendo las autoridades Españoles que harían buen padres y que sus hijo sería rodeado por una amorosa familia ampliada. El padre de Porto era un abogado que ha sido cónsul honorario por para Francia en Santiago y su madre era una profesora en la historia del arte. Habían dado a su hija un piso entero de un edificio de cuatro pisos en lo que llaman “la zona VIP” de Santiago, el hogar de los clases media alta en la ciudad. Un piso fue decorado en los tonos vivos – azul, verde y amarillo que Porto gustó, y lleno de arte, las curiosidades y alfombras coloridas desde alrededor del mundo. El cuarto de la niña habría cubrir en el empapelado de nubes y soles.