La cama, por la noche, siempre estaba cómoda y oleaba a seguridad, amor, cariño. Él, con la piel bonita y morena, además de suave, reposaba en la más profunda paz a su lado. Se despertaba temprano, pero no mucho. Tomaba su café vendo en la tele una bonita y un tanto cuanto intantil película. Arreglaba su pequeña casa a su gusto y manera, además de aguar las florecitas de la ventana. Miraba la luz del cielo, escuchaba las aves que allí vivían. Parecía un críminen estar tan feliz, querer siempre estar así, sola. Daespués trabajaba un poco en su computadora simple, a pesar de tener toda la plata para una más moderna. Veía la luz blanca de la sala, hasta tomar otra taza de café o leer un poco sus magníficos libros sobre la cama, ahora llena de luz y vivacidad. 

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